Rutas para navegar por Cerdeña: La Maddalena

Hace unos meses el equipo de Yanpy recibió el contacto de una empresa de alquiler de barcos en Cerdeña. Nos invitaban a pasar una semana navegando en uno de sus barcos con el fin de presentarnos su equipo, conocer su flota, y descubrir su impresionante costa norte: Costa Esmeralda y el archipiélago de La Magdalena (o La Maddalena).

El barco se encontraba atracado en la marina de Portisco, a tan solo 15 minutos en coche o taxi del aeropuerto internacional de Olbia. Allí nos aguardaba el equipo anfitrión, dispuesto a mostrarnos el potencial náutico de su paraíso particular, y sobretodo de hacernos vivir una experiencia inolvidable navegando una semana en velero por la costa Esmeralda y su increíble archipiélago de La Magdalena.

A los pocos minutos teníamos claro que tanto su equipo humano, su servicio de alquiler de barcos, como su flota eran totalmente excepcional. El equipo nos hizo sentir como en casa. Nos dedicaron el tiempo necesario para realizar el check-in de nuestro fabuloso velero Dufour 412, planificar con detalle la ruta de navegación por La Magdalena y resolver todas nuestras dudas. Toda su flota es prácticamente nueva y pudimos comprobar de primera mano que los barcos están tratados con mucho mimo.

Nota: Puedes encontrar todos estos barcos de alquiler en Cerdeña disponibles en Yanpy.

Antes de detallar nuestras vacaciones navegando por La Maddalena, nos gustaría compartir nuestras impresiones generales. Cerdeña es un lugar tranquilo, aun alejado de la masificación. Un rincón del Mediterráneo con olor a olivo y pinos, repleto de postales de playas de arena blanca, calas vírgenes formadas por rocas de granito de formas imposibles y aguas turquesas.

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Probablemente, este lugar no es el mejor destino para los aficionados a la vida nocturna. Una vez comience vuestra semana navegando por Cerdeña y La Maddalena vuestras principales actividades serán nadar en aguas turquesas y esmeraldas, relajaros en la hamaca del barco mientras sentis la brisa marina, navegar, y pasear por playas y caminos muchas veces desiertos.

Su gente, orgullosa de la belleza de su isla, da la bienvenida a quien visita su tierra, pero la protege con cariño para evitar que se convierta en un destino turístico de masas.

Estos factores hacen de Cerdeña un paraíso en el Mediterráneo, perfecto para unas vacaciones en barco disfrutando de su naturaleza, sus playas, su mar, su comida y sus gentes.

Al igual que en otras zonas del Mediterráneo, el clima de Cerdeña es cálido y soleado, con inviernos suaves y veranos ligeramente calurosos.

El viento predominante es el Mistral (noroeste) que sopla con intensidad en las famosas Bocas de Bonifacio, estrecho que separa Córcega de Cerdeña. La temporada para navegar por la isla italiana va de mediados de mayo a septiembre, siendo junio y septiembre los mejores meses, ya que el clima es bondadoso y las playas están menos concurridas.

Los numerosos escollos de la costa obligan a estar muy pendiente de la navegación. Así, que si lo que buscas es disfrutar unas vacaciones navegando sin complicaciones, alquilar un barco en Cerdeña con patrón. será la mejor opción. Él se encargará de todo y tú solo tendrás que preocuparte de relajarte mientras descubres la belleza de los rincones de esta isla paradisíaca.

He de reconocer que el equipo de Yanpy funcionó como un reloj durante toda la semana. Así que mientras unos se encargaban de aprovisionar el barco otros realizaban el check-in y planificaban cuidadosamente la ruta con el base manager.

Nuestro viaje en barco navegando una semana por Cerdeña estaba apunto de comenzar. Partiríamos unas horas rumbo sur hasta el golfo de Aranci y la isla de Tavolara. Después, nuestro compás apuntaría al norte dirección al archipiélago de La Magdalena, donde disfrutaríamos varios días descubriendo sus increíbles tesoros en forma de bosques mediterráneos, calas formadas por esculturas naturales de granito y aguas turquesas. Nuestro objetivo era llegar a Bonifacio en la vecina isla francesa de Córcega, atravesando las famosas y temidas Bocas de Bonifacio, todo un reto para los marinos. Allí, iniciaríamos nuestro regreso a la Marina de Portisco, visitando las islas Lavezzi y Cavallo, y las islas pendientes de La Magdalena.

Navegar en velero por Cerdeña fue una experiencia increíble. Costa Esmeralda y La Maddalena aun guardan rincones vírgenes donde fondear en solitario. Sin duda un viaje que recomendamos a todos los amantes del mar, la naturaleza, la tranquilidad y sobretodo la navegación.

Si quieres conocer los detalles de nuestra ruta de una semana navegando por Cerdeña y La Magdalena sigue leyendo.

Nuestra tripulación estaba ansiosa por dejar el puerto. Finalmente, nuestro patrón dio la orden, ¡soltad amarras! A media tarde, nuestro barco dejaba la Marina de Portisco rumbo al Golfo de Aranci. Un lugar precioso, donde es muy habitual el avistamiento de delfines.

Nuestro objetivo era la isla de Tavolara. Una imponente roca de granito de 500 metros de altura, convertida en reserva natural que hará las delicias de los amantes del buceo, el snorkel y los mares de mil colores. Si las condiciones de la mar lo permiten la isla ofrece un buen fondeadero. Como alternativa, en el Golfo de Aranci podréis encontrar un pequeño muelle que ofrece buen resguardo donde pasar la noche.

Tip: En esta zona, por la mañana, es habitual encontrar pescadores locales, a los que puedes comprarles pescado fresco.

Alternativa: Si por las condiciones meteorológicas os veis obligados a modificar vuestra ruta, que no cunda el pánico. Navegar por la costa sur de Olbia rumbo a San Teodoro no tiene nada que envidiar a la ruta norte. Playas de fina arena blanca y aguas turquesas como Dottore, porto Istana (enfrente de Isla Tavolara) o un poco más al sur Cala Brandinchi son un regalo para los sentidos.

El domingo nos despertamos pronto. Teníamos por delante la travesía más larga de nuestra ruta navegando por Cerdeña. Surcaríamos el mar Tirreno durante 4 horas por las azules aguas de Costa Esmeralda hasta nuestro destino, la isla de Caprera en el archipiélago de La Maddalena. La travesía fue preciosa. Un viento casi del norte soplaba con intensidad, pero nuestro barco de alquiler navegaba como la seda.

El parque nacional del archipiélago de La Magdalena está formado por un conjunto de 63 islas e islotes, entre las que destacan isla de la Magdalena, Caprera, Spargi, Budelli, Razzoli y Santa María. La mayoría de las islas, a excepción de La Magdalena y Caprera, no están habitadas, y la única forma de llegar a ellas es mediante un barco. Suerte que tenemos nuestro barco de alquiler para descubrir sus espectaculares calas, muchas de ellas, sólo accesibles desde el mar.

Recuerda que para acceder al parque es necesario solicitar un permiso que puedes gestionar aquí https://www.lamaddalenapark.it/.

Hacia el mediodía divisábamos la isla de Caprera. La tripulación miraba por los prismáticos tratando de adivinar alguna de sus paradisíacas calas y playas. La elección es complicada. Navegando desde el sur nos encontraremos con Cala Andreani y Cala Relitto. Después Cala Portese o también denominada Due Mari. Todas ellas son impresionantes. Todas de una fina arena blanca, aguas completamente cristalinas y un precioso entorno con una vegetación mediterránea que combina con la dureza de la piedra de granito. Aunque el agua aun estaba algo fresca el equipo no pudo resistir darse un chapuzón.

Finalmente, nuestro fondeadero, la joya de la corona, Cala Coticcio, también conocida como el Tahití Italiano. Nuestro barco, llegó a Cala Cotticio pasada la media tarde. A pesar del viento, la cala ofreció muy buen resguardo y disfrutamos de una agradable cena entre amigos y una noche muy tranquila.

A la mañana siguiente, nos despertamos pronto. Al salir a cubierta, no podíamos creer lo que veían nuestros ojos. Casi no hablábamos entre nosotros. No queríamos perturbar aquella paz. Estábamos fondeados completamente solos en el mismo paraíso. La tripulación no tardó en lanzarse a explorar los alrededores. Conquistamos la cala, totalmente desierta, con nuestro dinghy y la tabla de paddlesurf. Dedicamos buena parte de la mañana a descubrir cada rincón por tierra y mar. Al fin y al cabo no siempre se tiene la suerte de estar solo en Cala Coticcio. Escalamos las rocas de granito que nos ofrecieron una panorámica imposible de olvidar de aquel lugar. Sólo puedo decir que guardamos un gran recuerdo de aquel momento, en el que todos nos sentimos completamente conectados con la naturaleza.

He de reconocer que nos costó dejar Cala Coticcio. Pero nuestro viaje en velero por La Maddalena tenía que continuar. Navegamos por la costa norte de Caprera dirección a la isla de La Maddalena. Por el camino dejamos otras calas también dignas de mención como Cala Napoletana, Caprarese, Serena o la famosa Cala Garibaldi, que recibe el nombre del famoso Héroe de dos mundos, Giuseppe Garibaldi.

Es un día para disfrutar de las múltiples calas y paisajes naturales que ofrece este archipiélago. En La Maddalena conviene destacar la playa de Spalmatore o la peculiar playa di Testa di Polpo (Playa de la cabeza de Pulpo) con espectaculares rocas de formas imposibles esculpidas por el viento.

Para pasar la noche, podéis dirigiros al puerto de La Maddalena, ubicado en el pueblo con el mismo nombre. Esta pequeña y pintoresca villa, es un antiguo pueblo de pescadores con mucha historia que contar. Garibaldi, el almirante Nelson o el mismísimo Napoleón dejaron huella en este pueblo orgulloso de haber resistido a la invasión francesa. Además de amarre para vuestro barco de alquiler, las calles de la villa os brindarán todo tipo de restaurantes donde degustar la famosa cocina italiana, mientras comentáis con vuestros amigos o familia, la increíble experiencia que está siendo navegar por Cerdeña y el archipiélago de La Maddalena.

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Alternativa: Si estáis en modo lobos de mar solitarios y buscáis la tranquilidad absoluta, siempre que el tiempo lo permita, la isla ofrece varios fondeaderos naturales como las boyas de Cala Spalmatore o cala Francese en el lado opuesto de la isla.

Tip: A poca distancia se encuentra la espectacular Cala Corsara en la vecina isla de Spargi. Una cala que bien merece más de un día de fondeo. Aunque esto lo dejamos para el último día.

El martes fue una jornada redonda. Después de un relajado desayuno con la tripulación, zarpamos rumbo a Budelli, Santa María y Razzoli. Navegamos con nuestro velero, en una travesía corta hasta fondear en el centro de estas tres islas vírgenes de Cerdeña.

De camino, hicimos una pequeña visita al icono del archipiélago de La Maddalena, la famosa playa Rosa (spiaggia Rosa). Los italianos se toman muy en serio la conservación de parque natural, por lo que esta playa está cerrada al público. Así, que una vez allí, hicimos lo único que podíamos hacer. Sacar nuestros teléfonos móviles, hacernos serfies hasta que nos dolió el dedo y subirlo a nuestras redes sociales, que en unos minutos echaban fuego.

Una vez fondeados entre las 3 islas, el dinghy hizo el resto del trabajo, llevándonos a descubrir las calas que allí se esconden. Cala Lunga, la playa del Cavaliere o Cala Aiacciolu son calas vírgenes de arena blanca y aguas cristalinas de un azul turquesa que nada tiene que envidiar al Caribe. Es momento de darnos un buen baño, disfrutar de esos colores y explorar los caminos entre calas que hay en las islas.

Después de comer a base de pescado fresco en la barbacoa de nuestro barco, levamos anclas y pusimos rumbo al pueblo medieval de Bonifacio en la vecina isla francesa de Córcega. Por delante teníamos un reto para todo marinero, cruzar navegando las temidas Bocas de Bonifacio, el estrecho que separa Córcega de Cerdeña. Un lugar famoso por sus fuertes vientos y su mar brava.

Haciendo honor a su fama, las Bocas nos recibieron con fuertes vientos con rachas de hasta 25 nudos. Nuestro barco de alquiler estaba perfectamente a punto y llegó a navegar a 9 nudos. El equipo de Yanpy disfrutó mucho de la travesía hasta Córcega.

He de reconocer que hasta el momento no sabíamos nada sobre Bonifacio, así que íbamos sin muchas expectativas. Como cuando vas a ver una película de la que no sabes nada. Bonifacio fue un descubrimiento que nos dejó con la boca abierta.

Cuando nuestro barco de acercó a la costa de Córcega, tierra natal de Napoleón Bonaparte, pudimos divisar en lo alto del acantilado de piedra esculpida por el viento, la espectacular ciudadela amurallada de Bonifacio. Como un centinela que vigila toda la costa. Recuerdo que pensamos que aquel lugar nos pareció inconquistable.

Bonifacio posee un puerto natural, custodiado por su fortaleza. Mientras nuestro velero se adentraba en él, nosotros sólo podíamos mirar hacia arriba impresionados por la grandeza de aquel lugar que evocaba tiempos pasados de corsarios.

Atracamos nuestro barco en el puerto, tomamos tierra y subimos la escalinata que llevaba hasta los muros de aquella fortaleza. Un precioso pueblo medieval se esconde dentro del casco antiguo. Sus calles empedradas están repletas de tiendas de productos típicos, donde se puede encontrar embutidos, vinos, y artesanía. Cenamos típica comida corsa, bebimos vino y hasta improvisamos un concierto con una guitarra que nos dejaron los amables dueños del restaurante.

En el puerto, puedes encontrar algunos pubs donde tomar algo y discotecas donde desoxidar un poco el cuerpo.

Si alquilas un barco en Cerdeña, Bonifacio es sin duda algo que no te puedes perder en tu ruta navegando por La Maddalena.

El miércoles iniciamos nuestro viaje de vuelta navegando por Cerdeña. Antes de salir, compramos croissants recién hechos en una bonita panadería del puerto. Soltamos amarras y dejamos la sorprendente Bonifacio. El compás puso rumbo a nuestro destino del día, las islas Cavallo y Lavezzi, dos islas paradisíacas pertenecientes a Córcega.

En el camino, decidimos disfrutar de un baño en la paradisíaca isla Piana. Una isla desconocida que esconde un tesoro, en forma de playa de aguas poco profundas de color turquesas y arena blanca considerada una de las playas más bonita del mundo.

Después de un baño relajante y una fabulosa comida italiana a bordo de nuestro barco, continuamos nuestra ruta navegando por Cerdeña rumbo a Lavezzi. Las islas Lavezzi y Cavallo son un conjunto de islas e islotes convertidos en reserva natural, cuya belleza es inversamente proporcional a su tamaño. Lavezzi es la mayor de todas y está deshabitada. Por mar, un paraíso de aguas cristalinas repleto de vida marina que hará las delicias de los aficionados al buceo y el snorkel. Por tierra, sus senderos entre rocas de granito y vegetación conectan las distintas calas de la isla. Recorrer sus caminos desiertos y sentirte como un antiguo explorador es el plan perfecto para la tarde de nuestro penúltimo día.

Cala di l’Achiarinu o la cala di Chiesa son las más populares. Otras sin nombre ofrecen un fondeo más íntimo.

Precaución: Los bajos y escollos nos esperan amenazantes en estas islas, así que se recomienda navegar con especial atención en esta zona.

La tripulación de Yanpy estaba disfrutando al máximo la experiencia navegando por Cerdeña en barco. La protagonista de nuestro penúltimo día fue la isla de Spargi de nuevo en el archipiélago de La Magdalena. Última etapa antes de poner proa a la Marina de Portisco.

Spargi resultó ser el espectáculo final. Una isla desierta de calas vírgenes. A medida que nuestro barco navegaba su costa este, la isla nos mostraba algunas de las calas más espectaculares de todo nuestro viaje en velero. Cala Conneri, cala Granara, Cala de la Belleze Naturali, o cala Soraya son pequeñas perlas de arena blanca y aguas turquesas donde encontramos menos huellas que en la isla de Robinson Crusoe.

Alquilar un barco en Cerdeña para navegar por La Maddalena es sin duda la mejor opción para acceder a muchas de las calas inaccesibles por tierra de nos ofrecen estas islas.

Nuestro barco fondeó nuevamente solo en Cala Corsara. Fue una tarde mágica, donde al igual que en Cala Coticcio volvimos a sentirnos conectados con la naturaleza. Exploramos cada rincón, recorrimos los senderos entre vegetación que nos llevaban a otras calas. La isla nos mostró su mejor cara. Una tarde de paz absoluta y como guinda del pastel, no regaló un atardecer de película que nunca olvidaremos.

A la mañana siguiente, durante el desayuno pudimos disfrutar de la paz de Cala Corsara. Teníamos unas cuantas horas de navegación hasta la Marina de Portisco. Era un día de sol precioso y viento suave. El equipo se relajó durante la travesía por la costa de Cerdeña.

A estribor dejamos el exclusivo Porto Cervo, la capital de la Costa Esmeralda. Un rincón donde la jet set mundial se da cita en verano. Yates de lujo del tamaño de islas, restaurantes y discotecas exclusivas o tiendas no aptas para todos los bolsillos. Un lugar donde es fácil cruzarte con algunas de las caras más famosas de Hollywood o el mundo del deporte.

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El punto final de nuestra ruta navegando en velero por Cerdeña lo puso la llegada a la Marina de Portisco, donde nuestro equipo anfitrión nos esperaba.

Esa noche, nuestros anfitriones, impecables hasta el final, nos invitaron a una degustación de vino local y una última cena a la italiana a bordo de nuestro barco. Satisfechos por el éxito de nuestro viaje navegando una semana por Cerdeña, disfrutamos compartiendo con ellos cada anécdota de la travesía.

Tip: Nada como llevar un cocinero italiano para mantener la moral alta de la tripulación.

Alquilar un barco para navegar por Cerdeña es una experiencia inolvidable. Tuvimos la suerte de comprobar de primera mano el potencial náutico de aquella tranquila región de Italia, y disfrutar de sus calas paradisíacas y sus aguas cristalinas.

Ni que decir tiene que estamos eternamente agradecidos a nuestro equipo anfitrión por la oportunidad de vivir aquella experiencia navegando por Costa Esmeralda y La Maddalena.

Si te apetece vivir esta experiencia, puedes encontrar todos sus barcos en la sección alquiler de barcos en Cerdeña de Yanpy.

Y a ti, ¿qué te parece nuestra ruta navegando en barco por Cerdeña y La Maddalena?